No todos tenemos la suerte de hacer lo que nos gusta. Y aún cuando así fuera, todo trabajo o actividad tiene su parte ingrata. ¿Cómo mantener la concentración cuando nuestro cerebro quiere irse a dar una vuelta?
Alcanzando la concentración mental
De algún modo u otro, todos podemos concentrarnos. Sólo basta con mirar a alguien compenetrado con una buena película, un buen libro, o con un juego de video intentando llegar al próximo nivel.
Desde ya, es fácil concentrarnos en aquellas actividades que nos resultan placenteras, ¿pero qué ocurre cuando lo que hay que hacer no es tan gratificante?
La concentración es una cualidad adquirida y, por lo tanto, la habilidad de concentrarnos debe ser ejercitada. Es interesante detenerse a pensar que de un promedio de 60.000 pensamientos diarios que tiene una persona, el 95% serán pensamientos randomizados que ya has tenido muchas veces antes.
El poder, entonces, no descansa en los pensamientos que tienes sino en la habilidad de concentrarse. Ya que la atención es la base de nuestro poder, la pregunta que debemos hacernos es: ¿a qué pensamientos estamos destinando nuestro poder?
Evitando la falta de concentración
El aprendizaje activo en vistas de enfocar tu atención sobre las cosas, pensamientos y sentimientos que quieres, a la vez que dejas ir aquellos que no deseas, podría ser la mejor técnica para mejorar tu salud, bienestar y felicidad.
El entusiasmo ocasionado por un proyecto novedoso y esperanzador es una forma de concentrarte. ¿Pero qué podemos hacer cuando un trabajo no produce mucha excitación o entusiasmo?
El aburrimiento, la ansiedad y el soñar despierto, generalmente, son los principales culpables de interferir en la capacidad de concentración.
Mientras que es preferible practicar tu habilidad para concentrarte en aquellas actividades que te entusiasman, hay formas de incrementar tus niveles de concentración en aquellas tareas rutinarias, que simplemente deben hacerse y que no producen ningún tipo de satisfacción.
Lo primero que debes hacer cuando te enfrentas con una tarea poco gratificante es cambiar tu punto de vista. Todas las cosas tienen un aspecto positivo, así que tómate unos minutos y encuentra esa perla en el fondo del océano.
Para hacer un poco más llevadero un trabajo desagradable, deberás tener algunos trucos preparados para entrar en acción en el momento adecuado. Por ejemplo, cuando veas que comienzas a perder la concentración, recuerda la recompensa final que recibirás al finalizar la tarea de buena forma.
Técnica de concentración
Las distracciones son inevitables; el objetivo es desarrollar tu habilidad para enfrentar una distracción y volver a la tarea. Desde ya, esto requiere una buena dosis de autodisciplina.
Cuando notes que tus pensamientos comienzan a desviarse o simplemente te quedas en blanco, ordena a tu cerebro detenerse; luego llévalo suavemente devuelta adonde debería estar. La palabra clave aquí es “suavemente”, ya que tratar de forzar la concentración sólo generará más resistencia.
Concédete momentos específicos para divagar o preocuparte. Con un tiempo establecido para preocuparte o soñar despierto, es menos probable que te desconcentres en esos momentos que necesitas estar inmerso en tu actividad.
A veces, puede ser de ayuda anotar con lápiz y papel aquellas preocupaciones que te perturban. El hecho de que estén escritas hace saber que no serán olvidadas.
Para mantenerte concentrado, no te excedas. Trabaja por una razonable cantidad de tiempo y realiza un intervalo. Esta es una forma de mantenerte fresco y enfocado. Si debes abandonar tu tarea antes de haberla terminado, analiza en qué etapa te encuentras y cuándo volverás a retomar la actividad.
Ten en mente que no todos los momentos del día son iguales. Llevando un registro de los puntos altos y bajos de tu día, estarás mejor preparado para decidir cuándo abordar las tareas, según tus puntos de mayor productividad.
Por ejemplo, hay personas que rinden mucho más por las mañanas, y otras que se ven beneficiadas por el silencio y las penumbras de la noche. Sabiendo esto, deberás ocuparte de realizar las tareas menos gratificantes en aquellos momentos en que tienes más energías para abordarlas.
Cuando intentes enfocarte en una tarea monótona y desagradable, olvídate del pasado, y no te mortifiques por el futuro. Tu habilidad para concentrarte estará determinada por tu capacidad para vivir en el presente.
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