Cambio de empleo, una situación cada vez más común...

El trabajo ya no es lo que era. Tengan o no empleo, los adultos de hoy en día saben que nada es para siempre, y que todo podría cambiar, inesperadamente, en muy poco tiempo. Sin embargo, entender esta compleja realidad, puede ayudar a enfrentarla mejor

Cuando cambiamos de trabajo, no sólo estamos ingresando a un nuevo mundo laboral, si no que además nos enfrentamos a situaciones inéditas emocionalmente, que influyen en nuestra personalidad de manera drástica. Entre la fase profesional y personal, se traza una línea muy delgada, y es muy difícil poder separar ambos aspectos.

En efecto, todos los cambios provocan en nosotros incertidumbre, temor, y dudas. Pero cuando hablamos de trabajo, el golpe es aún mayor, puesto que se trata del lugar donde solemos permanecer el mayor tiempo de nuestras vidas, y, hoy en día, en muchos casos, se tratan de cambios involuntario, obligados por las circunstancias antes que por razones personales.

Hasta hace un tiempo, las personas que cambiaban de empleo constantemente eran vistas con malos ojos, ya que esta rotación tenía que ver con características personales antes que con una situación objetiva. Sin embargo, hoy en día, dicho análisis pecaría de simplista, puesto que la rotación en los empleos dejó de ser una excepción para convertirse en una norma.

La falta de proyectos a largo plazo que poseen las empresas de hoy en día, sumado al hecho de que muchas compañías ven en los empleados “por corto tiempo” la posibilidad de que no se sindicalicen ni demanden mayores beneficios sociales, está cambiando la vida de los trabajadores occidentales, a nivel mundial.

Frente a este panorama, se puede optar por dos caminos: o bien vivir aterrado, o bien comprender que este sistema, injusto en muchos casos, brinda también la posibilidad de que las personas desarrollen más su creatividad y contactos, sin la necesidad de estar durante largos años en una misma oficina, rodeados de la misma gente.

Es cierto que las personas adultas buscamos la estabilidad a toda costa, puesto que sentimos que ya no estamos en edad de “vivir arriesgando”. Pero una confusión muy común, es asimilar estabilidad emocional a estabilidad laboral, cuando cualquier psicólogo puede afirmar que ambas situaciones no tienen por que estar de la mano.

Así, existen personas que, aún con un trabajo seguro, viven en constante tensión, mientras que otras, que rotan permanentemente, han encontrado una paz interior que ningún trabajo (o la falta del mismo) puede quitarles.

No se trata, sin embargo, de hacernos los distraídos frente a este nuevo paradigma, sino de intentar sobrellevarlo de mejor manera posible, entendiendo que, por el momento, no hay muchas alternativas.

¿Por qué negar que los cambios laborales nos atemorizan? ¿o que este mundo, tan complejo e impredecible, nos tiene preocupados? No es necesario mirar para otro lado para sentirse pleno: la realidad puede no ser tan amenazante, si se la sabe ver con ojos sabios.

Como muchos dicen, ocuparse es mejor que preocuparse. Si usted tiene un empleo, debe, paralelamente, estrechar lazos y contactos para el hipotético momento en que deba alejarse de la empresa, sabiendo que, en muchos caso, no ha sido responsabilidad suya, sino del mismo mercado.

En el caso de que haya sido víctima de esta situación, debe conservar el optimismo, sabiendo que, dentro de tanta inestabilidad, también es posible que se le abran puertas inesperadas.

EnPlenitud.com

Publicar un comentario

0 Comentarios